Nolite te bastardes carborundorum

Si tenés pensado ver la serie El cuento de la criada o leer la novela escrita no leas este post. 

CONTIENE SPOILERS. 

💀



El cuerpo es ese punto de vaivén entre las personas y las cosas
 (Roberto Esposito) 


La expresión que da título a este post es en realidad un guiño de la escritora canadiense Margaret Atwood. Viene de una broma de la adolescencia, según cuenta la autora, muy común entre los estudiantes de latín, pero aquí es importante decir que fue utilizada en su novela publicada en 1985 El cuento de la criada.

Tal vez lo más curioso sea que el verso de Atwood es a todas luces imposible, ya que la palabra bastardes es falsa, no es una palabra del latín, sino simplemente una modificación de la palabra bastardos y, al igual que la palabra carborundorum, no existieron aún mucho después de que dicho idioma dejara de enseñarse en las escuelas. 

Sin embargo, tanto Atwood como los creadores de la serie decidieron hacer de esta frase el emblema de la historia de June Osborne, un mensaje de resistencia. 

pero ¿cómo se hace para crear un emblema con palabras que no tienen sentido? 

La respuesta es bastante simple: inventándole una traducción.

<<No permitas que estos bastardos te destruyan>>

La novela original de Margaret Atwood fue escrita entre 1984 y 1985. En los años 90 fue llevada al cine, protagonizada por Natacha Richardson -la hija fallecida de Vanessa Redgrave- y por Robert Duvall. Aunque estuvo basada en esta historia extraordinaria fue un fracaso rotundo. Sin dudas debido a un contexto social poco favorable para acoger la trama y su mensaje principal. 

En 2017 apareció la serie, a cargo de Bruce Miller; esta vez protagonizada por la actriz estadounidense Elizabeth Moss -dueña de una expresividad facial única- y por el inglés Joseph Fiennes, con un éxito hasta hoy atronador. 

Esta última vez el mensaje se encarnó.

La serie no traiciona políticamente a la novela escrita, representa su espíritu. Sin embargo, por una cuestión de extensión sus creadores debieron generar contenidos inexistentes en el texto. Y eso es aceptable, siempre que no traicione el mensaje. En la serie participamos de la construcción de la heroína, cosa que en la novela nunca llegará a suceder. Allí, la protagonista se limita a dar testimonio de su padecer. 

La historia se inicia en los Estados Unidos. Ocurre en un tiempo presente, aunque hay quienes gustan decir que el tiempo utilizado es un protofuturo. El país cursará al mismo tiempo una violenta contaminación ambiental, una profunda crisis ecológica y climática, y una epidemia de infertilidad que será injustamente atribuida a las mujeres.

La serie deja entrever que en principio serían solo dos las personas responsables de este nuevo orden creado, es decir, los iniciadores de esta ideología, por momentos tan parecida al nazismo. Serena y Fred Waterford, una pareja de esposos que, completamente convencidos de estar haciendo el trabajo de Dios, iniciarán una corriente ideológico-religiosa con la idea de purificar a la sociedad de los males modernos. 

Estas ideas, estos principios político-religiosos serán luego debidamente acogidos por la siempre oportunista élite dominante del país, quienes en la novela serán conocidos más tarde como Los Comandantes y Las Esposas, se organizarán castas de hombres y mujeres en pro de restaurar, como dijimos antes, los valores tradicionales perdidos. De esa manera lograrán hacer de la ley religiosa una ley civil.

El país sufrirá una serie de movimientos internos de estos grupos ultra conservadores religiosos, a ello le seguirá un golpe de estado, y a partir de entonces todo el territorio nacional pasará a llamarse Gilead. Comenzará entonces a desarrollarse esta trama distópica en verdad aterradora, en principio sin resistencia alguna, ni de sus habitantes ni del resto de los líderes mundiales.

Sin libertad alguna para elegir, decidir o pensar, los valores y la religión serán dogma y la maternidad el imperativo social. 

Lo cierto es que la propuesta de Atwood haría temblar al dictador más recalcitrante. En Gilead todas las mujeres perderán sus derechos; recordemos que el problema principal es que muy pocas conservan la capacidad reproductiva, con lo cual, esas mujeres serán tomadas como esclavas sexuales, obligadas a reproducirse con los Comandantes para entregar sus hijos a las Esposas.

Estas mujeres fértiles pasarán a pertenecer entonces a la casta de Las Criadas y dentro de los derechos robados estará específicamente el derecho a la identidad. Todas Las Criadas serán obligadas a renunciar a sus nombres de nacimiento, de esta manera June se convertirá en DeFred. 

En este mundo distópico, cada mujer, pero sobre todo cada Criada, será un objeto no ya al servicio de un comandante, señor supremo de la casa, sino de toda la estructura patriarcal de dominación. Y estas últimas no son palabras vaciadas de sentido. Repito: 

                     cada mujer embarazada estará al servicio de toda la estructura de dominación.

Cualquier similitud con la realidad es la pura verdad. 

Otra de las castas femeninas presentes en la historia será la de Las Martas, mujeres infértiles que, excluidas de la elite dominante debido a su condición previa, serán quienes se ocupen de la casa y la comida. Es decir, Las Martas son las sirvientas de las familias de Los Comandantes. 

La tercer casta estará constituía por Las Tías, mujeres mayores, socias del poder entrenadas específicamente para organizar, domesticar, castigar y torturar a Las Criadas. Se ocuparán de educarlas para el ritual sexual llamado la ceremonia, pero sobre todo para la tarea de ser un cuerpo gestante adecuado y saludable.

Vemos que en Atwood las formas de nombrar no son para nada aleatorias. 

Por último estará la casta de Las Esposas, una elite de mujeres cultas, anteriormente líderes intelectuales o económicas, que también han perdido por completo los derechos, pero que aún así pertenecen a la más elevada de las castas. Son las esposas de los comandantes, son quienes han iniciado el cambio social, quienes han renunciado a sus propios derechos de igualdad adquirida, quienes han vuelto voluntariamente "al lugar de las mujeres".  

En Gilead el lugar de las mujeres será la familia. En Gilead ciudadanos libres serán solo los varones pertenecientes a la aristocracia. 

Y en esta heteronormatividad patológica encontraremos también las sexualidades disidentes. En Gilead serán llamados traidores al género. Serán penitentes, obligados a trabajar en las colonias, espacios físicos aislados, destinados a acumular desechos tóxicos de alta radiactividad. La mayoría de estos disidentes tarde o temprano serán encontrados culpables de alguna cosa, y asesinados por el sistema.

Como Atwood pensó en todo, dependiendo de la gravedad de la ofensa hacia Dios, los disidentes de Gilead, los desobedientes de Gilead, morirán lentamente intoxicados limpiando las colonias, o bien serán asesinados en ejecución pública; estos últimos serán colgados de los muros de la Universidad de Harvard.

En cuanto a las Las Criadas desobedientes, como seguirán siendo parte esencial del sistema, llegado el caso serán oportunamente mutiladas o torturadas, pero continuarán cumpliendo su función. Como buena teocracia, en Gilead se manejará la punición pública y el suplicio, el recurso de amenaza social más eficiente. Es decir, se espectacularizará el castigo para mantener a raya a cualquier ciudadano que se sienta tentado a desobedecer las normas. 

Pero como no puede existir poder sin resistencia, en Gilead existirá MayDay.

A pesar de todo, la sororidad presente en la historia desbordará todo el tiempo a sus protagonistas; es así, incluso aunque se encuentre minada por la división de castas; las mujeres se verán desbordadas por ese sentimiento. June y Serena, criada y esposa, serán el ejemplo más claro: se entienden, se aman y se odian. Todo al mismo tiempo.

Tengo que decir además que en la serie el amor tiene una presencia destacada, casi obsesiva. Aparece como elemento disruptivo una y otra vez, bien en forma de sororidad, bien en forma de amor parental, o bien en forma de amor romántico-sexual entre los habitantes más valientes de esta nada. 

Así es como en el medio de todo este quilombo June construye de sí misma, de sus restos, una heroína. Una heroína que duda, se fortalece, se debilita y se convierte una y otra vez, es decir una heroína bendecida con el don de la transición; viva en medio de tanto muerto se enamorará del bello Nick, el chofer del Comandante. Y encontrará unos minutos para reflexionar al respecto:

Vuelvo a Nick una y otra vez. Quiero conocerlo, memorizarlo, para poder vivir después de esto. Debería haber hecho eso con Luke, porque se está esfumando. Día tras día, noche tras noche su imagen se borra y yo cada vez tengo menos fe. Podría decir que estos son actos de rebelión, un enfrentamiento al patriarcado, pero lo cierto es que esas son excusas. Vengo, estoy aquí, porque me siento bien con él.

En una sociedad fundada en el rigor y el orden, donde hombres y mujeres jugarán a ser ciudadanos ejemplares, en una cultura cuya madre arquetípica es la virgen María, June encontrará la manera de ser invencible, de odiar, amar y dudar como y cuando le venga en ganas. 

Flor de disidente ¿no?




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