No nos une el amor


No nos une el amor sino el espanto
(Jorge Luis Borges)
...
No, no nos une el amor
ni la esperanza de alguna vez amarnos
Nos une nuestro empecinamiento
contra las insalvables distancias que nos separan.
Nos une la inercia de dos esculturas
que comparten una plaza:
cada una sobre su piedra sin poder alejarse un solo paso
pero también sin poder acercarse un solo paso.
Nos une ese acercamiento incompleto
ese mirarnos cada uno desde su altura
cada uno desde su miseria,
Nos une un largo silencio cargado de palabras
que pesan demasiado para decirlas así porque sí,
sin garantías de que nos estallen en los labios al pronunciarlas.

No, no nos une el amor que es un puente
lo que nos une es un abismo.
Nos une este lamento que trazamos las tardes de lluvia
como dos gatos arrinconados por niños armados con piedras.
Nos une este lamento
como una esperanza involuntaria, inconsciente,
de que él nos salve.

No, no nos une el amor
quizá sea el infortunio el que nos obliga
a aferramos con tanta vehemencia,
quizá sea este viento por el que nos dejamos arrastrar
o quizá sea esta penumbra que nos desdibuja.

No, no nos une el amor
nos une el acicate de una soledad idéntica y diferente
y no es únicamente el temor a la soledad presente
es también la premonición de encontrarnos solos en el futuro,
Cuando ya nuestros físicos
no despierten atracción ninguna.
Esa desolación futura
que sabemos nos espera con su ávida crueldad,
en algún punto del camino,
nos hace temblar más que la desnudez de este instante.

No, no nos une el amor
nos une el no saber vivir
Nos une este salvaje empecinamiento
de sumarle a la desdicha actual
el pavoroso temor a la incertidumbre
(o a la certidumbre de tragedia inevitable)del porvenir.

No, no nos une el amor
nos une la necesidad de duplicar nuestra voz
para intentar el derrumbe
de los oídos que son murallas contra la sinceridad.
Nos une la evidencia de que al mundo le estorba nuestra aflicción.
Nos une este sobrevivir por un anhelo insensato
que quizás sea el germen deforme de una fe
desarrollándose sin nuestra colaboración,
sin nuestro consentimiento.

No, naturalmente, no nos une el amor
nos une este lamento que lanzamos como una flor y un insulto 
como un reproche
y una súplica a todos y a nadie.
Nos une este lamento
porque el hecho mismo de haber podido construirlo
se asemeja a la esperanza.
Pero no nos engañemos,
al final de cuentas,
lo que nos une
no es el puente sino el abismo.

José Sbarra (1950 - 1996) Fragmento de La obsesión de vivir. Editorial José Sbarra.



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