Entrevista



Entrevista en Revista La Lupa

(las fotos son de Facundo Gastón Floria y de Peces de ciudad)

Fragmento de A. Calveyra



La siesta del domingo. Entreabierto a las miradas, el pulcro panteón donde reposan, unos frente a otros, los miembros de una familia. El sol que cae casi a plomo, penetra sin embargo en el inmóvil grupo. Aquí, a la izquierda y por poco en el suelo, el padre. Sobre esa oscura encina, la madre. En el tercer estante, el más joven de los hijos, muerto joven. A la derecha, las muchachas, muertas de muchos años. En lo que es el piso, si se levantara de su argolla la losa, se vería reposar, en el fervor de la penumbra, con los amigos que más tarde fueron sus cuñados, los restantes hijos varones repitiendo el prolijo conjunto de arriba. Pero hay una repetición más densa en la muerte: los hermanos mayores vivieron, aún solteros, apartados de la casa por un enorme patio, hermoso como un bosque. En esas habitaciones recibían amigos, tenían una guitarra. Ahora, entre ellos mismos en severo desnivel, y debajo de los padres, de las buenas hermanas, de su hermano más joven, descansan. Se diría que allá abajo, ocultos por la pesada losa como antes por el bosque, siguen conspirando hermosuras, siguen fuertes en la cacería nocturna, ajenos a la severidad paterna, a la inocencia pacífica, al candor de los blanquísimos paños bordados. Hay una repetición en la muerte. También la casa, cuando todos ellos estaban en la tierra, permanecía abierta, y con los días festivos hasta el humo de la chimenea despachaba limpieza. Ahora que la muerte recata la puerta y la entreabre sólo, todos duermen la siesta campesina.

Arnaldo Calveyra (1929-2015). 

Fragmento del libro Iguana, iguana de editorial Actes Sud (1985).

Cuatro boleros maroqueros



Un poema de amor del escritor peruano Antonio Cisneros. Tal vez escrito como una forma de desmistificar el dolor de la pérdida, tal vez para hacerlo más liviano, más simple, más pragmático, si eso fuera posible, Cisneros nos enfrenta cara a cara con la realidad y nos muestra que algunas veces el humor es la cara más fiel a la desesperación.

I

Con las últimas lluvias te largaste
y entonces yo creí
que para la casa más aburrida del suburbio
no habrían primaveras
ni otoños ni inviernos ni veranos.

Pero no.


Las estaciones se cumplieron

como estaban previstas en cualquier almanaque
Y la dueña de la casa y el cartero
no me volvieron a preguntar
por ti.



II Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire
         Gran Estilo
                  Gran Velocidad
                           Gran Altura


I
II
Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo
Imposible
Y es que tu ausencia
tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic.


IV

No me aumentaron el sueldo por tu ausencia
sin embargo
el frasco de Nescafé me dura el doble
el triple las hojas de afeitar.


Antonio Cisneros (1942-2012) de Como higuera en el campo (2012)


A continuación, un video con el poema en la voz de su autor, durante el Encuentro Internacional de poetas en Chile. Desde una ventana y sin desperdicio: