Sonata barcelonesa

                                                                                                                                    A Martha Vidal
Llega un momento en que nosotros, pobres prisioneros, perdemos la noción de esclavitud, la dimensión del estado de esclavitud, y comenzamos a sentirnos tranquilos, seguros, estables. Miramos hacia arriba vemos el cielo, sí. Miramos hacia adelante y las sombras circundantes se convierten en el mundo real. Entonces ya no nos sentimos encerrados sino libres, estamos viviendo una vida cotidiana, común y corriente, una vida "normal". Sin embargo, la cotidianidad con sus objetos, con sus artefactos, con sus placeres simples y sus utilidades es el mejor lugar para huir de la angustia, para huir de lo que somos. Como un fármaco, anestesia nuestra consciencia y hace de la angustia existencial una dolencia más ¿para qué tener que recordar todo el tiempo que vamos a morir? 
Y así, en ese día a día olvidamos nuestra finitud; nos creemos dueños, poderosos amos de la vida, cuando en realidad todo, absolutamente todo, en un minuto puede desvanecerse. La diferencia entre la vida y la muerte no es más que unos instantes. Todo siempre es también nada, incluso nosotros. Recordar que nos vamos a morir, aprender a vivir en esa tensión, es asumir que las cosas pueden ser de otra manera, porque nada es definitivo. Somos para la muerte. Eso angustia, por suerte, y nos devuelve la pregunta por el sentido.

Sonata barcelonesa 
(Aldo Oliva)

Será esta la última lúbrica paloma
de esta siesta que se apaga en mi sangre?
Mundo, sé que estás en mi mano
y me despides,
dulce y fluente, 
como un agua primaria
donde el amor futuro en signos se clausura.
No bajaré hasta el mar;
cuando me invada, 
cuando culmine de soledad y plenitud
las horas que se apagaron en mis ojos,
me veré más allá, 
junto a la paloma de mi sangre,
erguido de esplendor frente a la muerte.

Aldo Oliva (1927-2000)

2 comentarios:

  1. Leo una y otra vez este poema de Aldo Oliva; y otro día vuelvo a leerlo. Y espero leerlo otra vez, otro día.

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  2. Y estoy segura que cada vez cobra un sentido diferente. Eso, justamente eso, es poesía. Salud!

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