Heaven is a place on earth



Este post contiene spoilers sobre San Junípero, de Black mirror.

When the night falls down
I wait for you and you come around
And the world's alive with the sound
Of kids on the street outside

Pensar en la muerte es, como mínimo, aterrador. A medida que transcurre nuestro tiempo vital, incluso cada vez que la salud se desvanece, lo es más. Son pocas -y bastante raras- las personas capaces de ver en la muerte un alivio al sufrimiento terrenal. En la mayoría de nosotros, esa suele ser una postura tan romántica como engañosa. 

Sin embargo, si aquí y ahora ya existen aplicaciones comandadas a distancia que ingresan en cualquier teléfono celular y burlan el encriptamiento de whatssap, todo esto sin que el usuario se de por enterado, no es tan descabellado considerar que la tecnología nos tiene preparadas algunas sorpresas más para el futuro. 

O, por lo menos, eso es lo que imaginaron Owen Harris y Charlie Brooker cuando crearon la serie de Netflix Black mirror. En general, toda la serie está orientada a pensar los peligros del uso no responsable de la tecnología. El juego es así: ellos nos cuentan lo que podría pasarnos, nosotros reflexionamos e intentamos parar la máquina.

Los autores de Black mirror pensaron un futuro, para nada distante, en el que cada uno podrá elegir adónde ir después de la muerte física. Sería algo tan raro como morirse a la medida del deseo. Si lo del celular nos parece un horror propio de la ciencia ficción y está ocurriendo, imaginemos por un momento que alguien, un técnico o varios de ellos, entren en nuestras mentes para convertirlas en un soporte digital. 

El hecho no tiene que ver con decidir cómo, cuándo o dónde moriremos, situaciones inevitables hasta para la ficción de Black mirror, sino con el lugar donde iremos a pasar nuestros días cuando no tengamos cuerpo. Tampoco es cierto que las opciones abunden, seamos claros; o tal vez sí, abundarán, pero no es lo que plantea la serie. 

En esta ficción se nos propone una elección relativamente simple; simple no por la dificultad sino porque las posibilidades son solo dos: aquí se puede optar por ir a la nada o al complejo vacacional San Junípero, que da nombre al capítulo. Una especie de Miami digitalizado, venido a menos, por cierto, aunque con mucho sol, playas exóticas y hermosas casas de fin de semana. En este contexto tecnológico, la nada es, además de la opción más económica, la opción "natural" o, mejor será decir, la opción que estará normalizada para aquella época.

En esta historia los autores plantean una posibilidad que todos deberíamos estar considerando: que al desaparecer la consciencia desapareceremos por completo. Quizá lo más aterrador de esta creencia, cada vez más popular entre filósofos, escritores y actores porno, sea pensar que la vida es esto y nada más que esto; que aquí termina todo, cuando se acaba se acaba. 

Black mirror no niega el alma, pero parece sostener, al menos en esta historia, que la mente es el Alma y, o por lo menos, que el Alma está encerrada en el cerebro, lo cual reduciría todo el asunto a una cuestión eléctrica. Todos coincidimos en que las emociones, los sentimientos, el pensamiento en general, son sistemas complejos. Sin embargo, no podemos negar que cualquier software avanzado actuaría por imitación, analizando al individuo y, finalmente, usando la probabilidad, por supuesto. Nada que un buen análisis probabilístico no pueda solucionar.

Si lo pensamos desde la perspectiva de sus autores, esto es cuestión de cargar y almacenar datos en un software que sea capaz de imitar el complejo sistema químico-neuronal humano, debiendo sustentarse con algún modo de energía (probablemente la electricidad), y todo el asunto estaría, si no resuelto, al menos encaminado.


San Junípero
Así, los astrólogos de Black mirror jugaron con la posibilidad de crear esta dimensión llamada San Junípero -básicamente otro software manejado por supercomputadoras- donde la consciencia de toda persona capaz de pagar un buen precio es depositada -o insertada- aquí para recrear una vida falsa, aunque feliz, después de la muerte. San Junípero no es otra cosa que un entorno de realidad virtual habitado por desahuciados y personas muertas. 

Suena peor que el asunto de espiar el celular ¿cierto?

Sin embargo, el capítulo se trata de la historia de dos mujeres que se conocen y se enamoran durante sus viajes a esta realidad alternativa. En San Junípero los cuerpos son jóvenes, vitales, están sanos y detenidos en el tiempo. 

El cuerpo físico de Yorkie, no obstante, permanece en estado de coma desde los veinte años, es conectada a esta realidad para estimular su sistema neuronal y darle al mismo la posibilidad de tener un envejecimiento más lento. La otra mujer, Kelly, es una persona de edad muy avanzada que vive en un geriátrico, a quien para detener el avance de su Mal de Alzheimer se le permite conectarse en forma terapéutica, como máximo cinco horas, una vez a la semana. 

Aún con cuerpos virtuales, sus mentes se enamoran y después de atravesar una serie de conflictos emocionales irrelevantes para este post, después de viajar por algunas épocas, siempre dentro de San Junípero, después de volver a encontrarse cada vez, las dos deberán decidir qué hacer con lo que les pasa.

Es válido pensar en San Junípero como una aberración tecnológica. Y en todos nosotros, consciencias vegetales, comprimidos dentro de un botón de acero simulando vivir para siempre, también. Es válido preguntarnos por la ética, por supuesto. Sin embargo, en este contexto puntual, San Junípero también es la otra opción, una alternativa más en que pensar cuando hay que decidir; y cuando hay que decidir, normalmente nos gusta conocer todas las posibilidades, tener opciones. Después de todo ¿quién puede resistirse a la eternidad?



No hay comentarios.:

Publicar un comentario