Plasmar el Alma





Marguerite Duras decía que para abordar la escritura hay que ser siempre más fuerte que uno mismo y que hay que sacar fuerzas de donde no las hay para llegar a ser más fuerte que lo que se escribe, porque de otro modo sólo se consigue garabatear signos ordenadamente pero no se expresa y eso se parece bastante a la concepción del arte que acunaba Rodin. Auguste Rodin pensaba que no podía ser un verdadero artista quien se contentase sólo con la apariencia de su obra, quien reprodujera servilmente los detalles y las formas pero no las sintiera dentro de sí mismo como verdaderas, porque la belleza de las figuras emerge con la emotividad del artista. El Arte no es otra cosa que expresión de sentimientos. Se escribe cuando se tiene algo que decir, cuando se quiere comunicar, cuando algo aúlla y golpea desde adentro, cuando se toma conciencia y para tomar conciencia. Se escribe para traer al presente aquello que corre riesgo de ser olvidado; para inmortalizar algo, un amor, un acto de heroísmo. Se escribe para no morir, para no matar. Cuando la musa está triste no suelta las palabras, las toma como rehenes. Sosteniéndolas, las aprieta con fuerza contra el pecho, no te las suelta. Hasta que negociás con el dolor no te dá más que una hoja en blanco. Se escribe para sanar la herida fundamental, para volver a nacer. Cuando el escritor además de escribir siente lo que escribe y cree en lo que escribe, está plasmando su mundo interior y entonces su escritura toma cuerpo, se expande y se transmite al lector transformada en una pequeña porción de su alma. 
Karina Rodríguez



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