La inquietud

 

Omar Ortíz. Venus (detalle)
 
Uno se construye grandes historias, ésa es la verdad. Y puede seguir creyéndoselas durante años, 
no importa lo absurdas que sean, ni lo inverosímiles, te las llevas contigo y basta. 
Se es hasta feliz con esas cosas. Feliz. 

Alessandro Baricco.


La razón tranquiliza. Aspira a superar, distanciar y sacrificar todo lo sensible, todo lo sagrado, lo incognoscible, todo lo que de otro tiene el corazón. Pero es imposible ser sano, ser bueno todo el tiempo, estar bien, ser genial, ser feliz todo el tiempo. Estar comprometido con la vida es soltar la máscara y asumir la desesperación. 

...
El hombre comedido anula la presión extraña, la sabe cloroformizar por medio del orden, porque el burgués es enemigo mortal del desorden dondequiera que lo encuentre: en sí mismo o en la sociedad. Pero en todo hombre superior, y más especialmente si es de espíritu creador, se encuentra una inquietud que le hace marchar siempre hacia adelante, descontento de su trabajo. Esta inquietud mora en todo "corazón elevado que se atormenta" (Dostoievsky); es como un espíritu inquieto que se extiende sobre el propio ser como un anhelo hacia el Cosmos. 

Todo cuanto nos eleva por encima de nosotros mismos, de nuestros intereses personales y nos lleva, llenos de inquietud, hacia preguntas peligrosas, lo hemos de agradecer a esa porción demoníaca que todos llevamos dentro. Pero ese demonio interior que nos eleva es una fuerza amiga en tanto que logramos dominarlo; su peligro empieza cuando la tensión que desarrolla se convierte en una hipertensión, en una exaltación; es decir, cuando el alma se precipita dentro del torbellino volcánico del demonio, porque ese demonio no puede alcanzar su propio elemento, que es la inmensidad, sino destruyendo todo lo finito, todo lo terrenal, y así el cuerpo que lo encierra se dilata primero, pero acaba por estallar por la presión interior. Por eso se apodera de los hombres que no saben domarlo a tiempo y llena primero las naturalezas demoníacas de terrible inquietud; después, con sus manos poderosísimas, les arranca la voluntad, y así ellos, arrastrados como un buque sin timón, se precipitan contra los arrecifes de la fatalidad.

Siempre es la inquietud el primer síntoma de ese poder del demonio; inquietud en la sangre, inquietud en los nervios, inquietud en el espíritu. Por eso se llama demonios a esas mujeres fatales que llevan en sí la perdición y la intranquilidad.

                                                                                     Stefan Zweig. La lucha contra el demonio


Sustancia erótica



Paisaje de latidos
el viento azota tu mirada ardiente
ahí está agazapada la espera
un lejano murmullo anuncia los estremecimientos 
de un salto intentas aniquilar la vida 
y encender un crepúsculo de miradas frías
¿a quién buscas por ese camino palpitante?
¿qué fuga detienen tus manos tenaces? 
corazón que galopa
hasta atravesar tu transitable desnudez
y hace estallar la vida
ahora llega la muchedumbre de horas indecisas
tu corazón galopa lejos de mí
tu mano cae
desde el instante sin tiempo
fracasada tu muerte
indiferente a todo próximo sueño.

Aldo Pellegrini (1903-1953)


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