Como reina que acaba



Como reina que acaba
Néstor Perlongher

Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos de un ejército y se unta las costuras de su armiño raído con la sangre o el belfo o con la mezcla de caballos y bardos que parió su aterida monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó su blondo
detonar o esparcirse como reina que abdica y prendió sus pezones como faros de un vendaval confuso, interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón o bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar arde junto al dolor ese presentimiento
de extinción del dolor, o de una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la certidumbre
de extinción de extinción como un incendio
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el aliento de
un amante anterior, languidecente, o siquiera el desvío de una nube, de
un nimbo
que el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante, por más
que éste sea un sol, y no amanezca
y no se dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas, las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y amarillas

(Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor se desvanece)
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su molicie,
yerras por las pirámides hurgando entre las grietas, como alguien que
pudiera organizar los sismos
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas, como lamer el aire
caliente del desierto, sus hélices resecas     


Néstor Perlongher

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