Alerta: spoilers
Convengamos que para ser un vampiro hay que saber arder, hay que poder arrojarse a las sombras, habilitar el exilio. Tal vez sea posible un destierro mechado con breves períodos de integración en la vida humana, de otro modo no hay anclaje posible, sino desconexión completa.
Resucitar es siempre una opción, a menos que haya destrucción celular, como podría ser convertirse en cenizas; aunque los grandes mitos de origen aseguran que si las cenizas no son esparcidas por el viento y el vampiro es lo suficientemente fuerte...En fin, volverá.
Idem si se les corta la cabeza. Por eso en la serie de AMC, Louis patea la cabeza viva de Santiago bien lejos del cuerpo. No, si estos pibes pensaron en todo.
Andar a tientas, olvidarse el camino, no poder volver también es posible. De hecho, inmortales como Niki de L´enfent, el novio de Lestat, y Daniel Molloy, el novio de Armand, son ejemplos de este comportamiento. Errático, de mal augurio, peligroso.
Hubo una euforia aguda en ambos, sin freno, que condujo a gritar algunas verdades sobre la inmortalidad en las naricitas de sus creadores, Lestat y Armand respectivamente, y después destrucción psíquica. Nicki no sobrevivió, Daniel sobrevivió en el peor sentido que puede dársele al término: adicto y desquiciado.
La serie de AMC decidió rescatarlo de esa miseria, y darle un nuevo comienzo. Es un viejito piola.
Pero en las Crónicas ninguno de los dos encontró el camino de vuelta, boyaron en la insanía. Se alienaron. Tal vez por incapacidad, tal vez por culpa de sus creadores.
Mudar de piel como un reptil y olvidar la vida anterior también es válido, pero se necesita recuperación, tiene un precio. El precio es ser un paria dentro de los parias. Podemos pensar en Gabrielle de Lioncourt y en Pandora. Dos hembras de la especie completamente desapegadas de sus entornos ni bien posar un pie en la inmortalidad.
De hecho, Pandora cuando mortal fue Lidia. Pandora es un nom de guerre, podemos pensarlo como su nombre de resurrección. Y en cuanto a Gabrielle, bueno, recibió más de una vez los reclamos de amor de su hijo Lestat pidiéndole que se integrara a la comunidad chupasangre. Ella prefería enterrarse en la sabana africana antes que pasar una sola noche en la Isla eléctrica de Armand en Miami rodeada de gente.
Otro modo de existir es que la eternidad haga su magia y llegue el fuego definitivo. La eternidad en algún momento se vuelve insoportable, es un mensaje de fácil lectura dentro de la saga. Y la serie de AMC permite que Armand se explaye en esta cuestión.
Lo hace mediante un interrogatorio a una futura conversa que se siente muy segura acerca de cómo manejará de taquito su eternidad. Breve, por cierto. Hecho que para nada sorprende a La Reina de las Hadas. No es por una habilidad de predecir el futuro, sino porque lo ha visto todo.
Ciertos vampiros tienen, como algunos humanos, una verdadera capacidad de adaptación, puede ser con esfuerzo, pero saltan las épocas o las absorben como si fueran verdaderos viajeros del tiempo. Otros perecen, y siempre sus mentes antes que sus cuerpos:
[...] Puedo mostrarles los templos de Roma, los grandes palacios, mansiones que comparadas con esta villa la hacen una humilde choza. Puedo enseñarles a deslizarse por las sombras para evitar ser vistos por los mortales, a trepar por los muros rápida, sigilosamente, a desplazarse en la noche, sobre los tejados de la ciudad sin tocar jamás el suelo [...]
Avicus estaba asombrado. Miró a Mael.
Mael estaba hundido en el sillón, miraba a Marius. No dijo nada.
Armand tenía por costumbre descuartizar a sus víctimas humanas, por ejemplo. A veces les arrancaba el corazón, el cuero cabelludo, o mechones de pelo; después usaba los pedazos para pintar las paredes y el techo, pero antes de irse limpiaba todo rastro de su existencia atípica. Puede ser su manera de sobrellevar la eternidad.
Quién puede soportar el hecho de que solo caminar hasta el Musée du Louvre alcance para verse retratado en una pintura de hace quinientos años. Sabemos que Armand no mataba por azar. Cazar era para él un hecho estético, como pintar un cuadro. También cultivaba magnolias en esquejes.
Lestat se enterraba durante largos períodos de tiempo. Gabrielle, Pandora y Bianca Solderini también lo hacían, sobre todo por aburrimiento, o cuando necesitaban desconexión. A veces Lestat permanecía en catatonía, expuesto, más duro que la realidad, con las manos en garra y los ojos abiertos, lo que era bastante fastidioso, porque exigía de los otros cierta vigilia.
Entendemos que era una acción voluntaria al principio, incierta después, que lo llevaba de algún modo lejos de su cuerpo. No se revela qué estímulos podían despertarlo del letargo, o si el despertar era voluntario.
Sabemos que permaneció quieto en el altar de una iglesia durante muchos meses, que Armand sentía la necesidad incómoda de arrimársele para verificar que todo estuviera bien. Se acercaba para sacar a escobazos a los vampiros curiosos, para evitar que bebieran de él o le hicieran algún tipo de daño, para sacudirle el polvo del pelo y de la ropa.
Como si fuera poco odiarlo, también tenía que cuidarlo.
A menudo intentaba entrar en su mente. Aunque fuera en vano, con su buen ojo de pintor del cinquecento, Armand detectaba los pequeños cambios diarios en el cuerpo de Lestat gracias a la incidencia de la luz.
Sabemos que la bella durmiente se despertó despeinado y conmovido cuando descubrió que Louis se expuso al sol de la mañana en el patio de su casa, y que, aunque entumecido y rengo, corrió a buscarlo para darle su sangre curativa. Dramática.
Pero si no ocurriera esto de la destrucción completa; si atravesaran los años, los decenios y los milenios, Anne Rice nos anticipa que sus vampiros indefectiblemente se convertirán en piedra.
Sus tejidos humanos perderán la permeabilidad natural con razonable lentitud, se cerrarán los poros de la piel cada día un poco más, sus corazones dejarán de danzar para volverse bradicardicos. La necesidad de alimentarse dejará de serlo para convertirse en una insinuación apenas. El sol ya no será una amenaza nunca más.
Pero sus mentes van a contradecir. Ah sus mentes! Seguirán siendo tan inquietas, atentas y definitivas como en la más tierna juventud vampírica. Avidez de sangre a flor de piel, animales ágiles en cuerpos de piedra. Aunque, claro está, ya sin capacidad de asombro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario