Si pensás leer la saga de vampiros de Anne Rice no leas esta crítica. Contiene spoilers.
Sobre la muerte y resurrección de Amadeo.
Amadeo y el inglés que lo asesinó se conocieron en un prostíbulo. Amadeo le juraba amor, le robaba el oro y lo torturaba un poco. Después volvía a casa de su protector con los otros pupilos, para seguir aprendiendo música, pintura y latín. Conciencia laxa. Pero una madrugada el inglés lo siguió hasta el palacio de su mecenas, dispuesto a cobrarse todas las humillaciones.
Amadeo intentó defender la casa y a los chicos con su vida y con su espada. Con la pluma y la palabra. Pero el inglés lo doblaba en edad, destreza y tamaño. Por supuesto no estaba Marius, porque drama siempre. Así que mató un par de aprendices y a él lo hirió de muerte. Punto para la autora: veneno en la sangre del Ángelo di Marius. Y el cuerpo y el rostro desfigurados por la espada del amante celoso.
Es el Armand de los zapatos Jimmy Choo, pero quinientos años antes. Armand agonizó dos días, todavía era Amadeo. De velar esa agonía también se ocupó Bianca S. ¡Por qué no me sorprende! Después llegó El Amo Blanco literalmente volando, venía del Santuario del Egeo y tuvo que tomar la decisión que había evitado durante años.
Sin estar seguro del resultado, antes de la transformación tuvo que ocuparse de restaurar el cuerpo de las lesiones y extraer el veneno. Con Bianca a los gritos afuera de la habitación, del otro lado de la puerta, pidiendo explicaciones.
Aunque Marius insistiera, Bianca no era enfermera, quiero decirles. Era una cortesana huérfana, cuya casa permanecía abierta a la aristocracia de la zona y que, amenazada, cuando se le acumulaban deudas, hacía alguna que otra fiesta y envenenaba con vino adulterado a sus acreedores.
Pizpireta la veneciana.
Marius y Armand, que frecuentaban su casa, la engancharon en eso, y con el afán de protegerla de esos otros vampiros, la acompañaron en su empresa. Y a la cama también. Después tuvieron que andar los tres juntando perlas de las tiaras por los pisos del palacio.
Por eso Bianca estaba en la casa de Marius la noche que el inglés atacó a los chicos, ya era parte.
Y así, el joven Amadeo se convirtió en bebedor de sangre. Pocas noches después, el palacio fue atacado por un grupo de vampiros a cargo de Santino, el líder del aquelarre de Roma. Venían en manada y con antorchas, a cobrarse una disputa por el territorio y una ofensa previa de Marius.
El Gran Maestre y su soberbia delante. Subestimó la maldad de Santino y lo dejó vivir, cuando debería haberlo borrado de una llamarada. Craso error, a pesar del sabio consejo previo de Pandora.
Santino asesinó al resto de los aprendices del palacio de Marius, a todos menos a Ricardo. A Amadeo le permitió vivir, a partir de entonces en absoluta oscuridad, cooptado, lejos de todo lo que algún día había amado. Para Marius, la tortura del fuego. Y la vergüenza de haber sido humillado por un vampiro menor.
Amadeo asesinó a Ricardo unos meses después, al alimentarse de él. El más querido de sus amigos. Estaban encerrados juntos en una jaula para perros.
No me pregunten después por qué Armand es un jodido.
[...] En cuanto a las visiones, y esos colores que dices ver, trata de sacar provecho. Deja que la víctima en su agonía te revele cuanto pueda sobre sí. Si percibes unas imágenes en su trayectoria vital, obsérvalas, saboréalas. Sí, saboréalas. Devóralas lentamente, al igual que su sangre. En cuanto a los colores, deja que penetren en ti. Deja que toda la experiencia te inunde. Es decir, muéstrate a la vez activo y pasivo. Hazle el amor a tu víctima. Y permanece atento, para percibir el momento en que su corazón deje de latir. En esos momentos experimentarás una innegable sensación orgiástica, pero para seguir debes prescindir de ello. [...]
Podemos decir que tenía razón en una cosa, en muchas cosas, pero en una idea que él resaltaba y queremos puntualizar: el neófito, mientras esté en tus brazos a medio convertir implorará por su vida, rogará, temblará de miedo, pero cuando vampiro, te odiará prolijamente. Esa es la ironía del don oscuro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario