Aquel instante del pasado
cae y perfora el ojo de un hombre.
Minutos como agujas.
Años como
naciones.
Anida en su interior la primavera.
Arena sus manos,
ilusorias fugas de amor,
corazón verdadero.
Pero en su voz la tristeza va tejiendo
figuras de cristal
como castillos imposibles,
frías mañanas que pueblan el alma
devota que lo agita.
Él es un viento
de horas detenidas que arrasan
el único mundo verdadero (amor desesperado),
pero redimen al hombre que fue.
Karina Rodriguez
Karina Rodriguez
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