Desvelos


En las noches de verano no dormís. Se te ocurre que tal vez algo falló en la última de tus reencarnaciones. En esta vida de hoy resultaste mitad insecto mitad humano. Un ser informe, como Gregorio Samsa; algo así como una cucaracha reflexiva, pero más dura y combada. Anidás descalza en cada rincón fresco y húmedo de la casa. Vas apagando las luces, mientras desde arriba irrumpen los sonidos graves de la Jam Session de los martes; una sucesión de notas para vos descoloridas, y la voz de una mujer inalcanzable: Ella Fitzgerald. 
Salís al patio. La hiedra sigue muriéndose. A través de los muros, te llega el murmullo débil del aire acondicionado del vecino de atrás. Tenés el cuerpo tibio. Te tienta el agua, pero después te acordás que el pelo mojado en la cama te da frío. Dudás. Lo pensás mejor. Las mariposas nocturnas no se ponen a nadar a medianoche, y aún así conservan la intuición. 
Hoy cocinaste. Te miraste las alas al espejo y ahí estaban, porque amás todavía. Tomaste cerveza, whisky con helado de vainilla, hiciste un poema lo bastante digno como para emocionarte. 
Está oscuro en el patio. Prendés la máquina. Escribís esto. En la tele, un testimonio desgarrador te trae el asesinato de un pibe. Investigás un poco en internet sobre criaturas nocturnas que andan por el patio en las noches de verano. Todavía no sabés qué bicho sos.

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