Hasta siempre, maestro.
Y hoy, que la lluvia se clava en el techo con sus fantasmas de estrépito infinito; hoy, que el viento hace sus juegos de ruidos opacos y llena de espectros esta noche, ninguna jauría te puede hacer callar. Pensaste en todas las formas de nombrar la muerte, y no decís ninguna. La muerte se nombra sola. No necesita presentadores, viene. La muerte anda en su rutina. Silenciosa como el fuego.
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