La otra belleza


Y la serpiente le dijo a Eva: 
eritis sicut dii scientes bonum et malum
(Génesis. 3-5)


Temo a las formas más simples de estar en el mundo: pensar sin accionar, accionar sin pensar. Son las formas del hombre moderno. El que vive clavado a su pensamiento no se mueve, ni el autómata se detiene a reflexionar. 

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo
(Olga Orozco)

No hay deseo sin acción sobre la realidad. No hay astucia en las pequeñas venganzas cotidianas. No alcanza con sacar la basura a deshora, no alcanza con comerse todo el pan; no sirve dejar de cambiarle las piedras a los gatos para que la casa huela a mierda por un tiempo.  La vida no se trata de esas acciones banales y pequeñas, es necesario anteponer lo personal frente a la acción totalizadora de lo igual; vivir no alcanza para existir, es poco para estar en el mundo. 

Un pensar y un actuar propios, que nos aparten de la masa social ciega y decadente, que nos mantengan a salvo de la espectacularización para que no nos manche con su pornográfica transparencia; porque el deseo, la deriva, los intersticios, las sombras son la vida verdadera.


...
 A veces
un leve crujido entre dos piedras,
un grito lejano, un temblor en el aire,
sobresaltan tu sueño. Tu pensamiento
es de sospechas.
¿Crees que el mundo se está desmoronando
por sus bordes
y está cayendo en el mar?
¿Crees que ya todo está destruido
y esta casa flota en el espacio buscando un lugar
donde posarse?

Esta casa, Asterión, es como el águila
que cruza el cielo: ha nacido
del propio deseo de navegación del infinito.
Los cretenses temen esta construcción, la evitan,
dicen, aunque no me consta: ¿no hubiera sido más simple
encerrarlo en una cueva tapiada
o entre cuatro paredes con un perro carcelero?

El Rey pudo haberte asesinado, Asterión,
y arrojarte a los extramuros donde las aves de rapiña
y los cerdos
se disputan los animales muertos.

Te exiliaron aquí como una advertencia.
Eres más que la memoria de su vergüenza:
en ti se cumplió la más honda biología, el deseo
que se realiza como en el sueño
donde lo atroz es una feliz inconsciencia.
En ti está la otra belleza,
la que encendió a tu madre,
la que podría desordenar el mundo.

El otro Asterión. Fragmento (José Watanabe)


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