A veces carreteás desesperada, das mil pasos agitados. Caminás sobre las piedras, el suelo escarpado imprimió sus accidentes en tu piel. Te asomás a un abismo inminente. Sin gritar te acordás de las alas. Se activa el botón de retroceso. Unos pasos hacia atrás. Lentos, asi lo querés. Pisás firme, con toda la fuerza de tus pies heridos. Los hombros se vuelven poderosos, tus piernas te sostienen. Sentís la brisa en la espalda, se agita el pelo que enmarca la cara. Tus alas se extienden más y más todavía. Se agitan también. El vuelo rasante requiere control, una precisión de relojero. Pero el otro no, contiene libertad pura. Te elevás en el aire. Tus muñecas y tus sienes laten con pulsos graves. Lo sentís también en la garganta, porque el corazón se acelera convencido y te ahoga, te quedás sin aliento pero seguís. El verdadero vuelo requiere sangre.
Vuelo
A veces carreteás desesperada, das mil pasos agitados. Caminás sobre las piedras, el suelo escarpado imprimió sus accidentes en tu piel. Te asomás a un abismo inminente. Sin gritar te acordás de las alas. Se activa el botón de retroceso. Unos pasos hacia atrás. Lentos, asi lo querés. Pisás firme, con toda la fuerza de tus pies heridos. Los hombros se vuelven poderosos, tus piernas te sostienen. Sentís la brisa en la espalda, se agita el pelo que enmarca la cara. Tus alas se extienden más y más todavía. Se agitan también. El vuelo rasante requiere control, una precisión de relojero. Pero el otro no, contiene libertad pura. Te elevás en el aire. Tus muñecas y tus sienes laten con pulsos graves. Lo sentís también en la garganta, porque el corazón se acelera convencido y te ahoga, te quedás sin aliento pero seguís. El verdadero vuelo requiere sangre.
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