Daniel Freidemberg escribe que el poeta vive en una constante ligazón entre el universo que lo rodea y su pensamiento. El escritor nombra y vuelve a nombrar. Incluso cuando el dolor perturbe la contemplación y el goce de la belleza, él reelaborará ese dolor para convertirlo. A veces se volverá como un eco lejano, puede tornarse también imperceptible, ser desplazado o estar apenas incorporado en su escritura.
Hay en la poesía una búsqueda constante de belleza y plenitud, sobre todo si nos afirmamos en la idea de que el tema del poema es el poema. Juanele Ortiz decía que ambicionaba para la poesía "la mayor flexibilidad de movimientos y la mayor amplitud de sentido, sin desmedro del ritmo".
Rilke se veía a sí mismo como "en la sombra de un mirar callado". Y es justamente ahí donde muchas veces nos quedamos. Afirmaba que captamos el mundo solo en pequeñas dosis y que, frente a una poesía doméstica y domesticada, lo que queda es cambiar la vida. Estamos en un limbo y debemos escuchar lo poco que aun sucede.
Durante una conferencia en el Readcliffe Institute for Independent Study, Denise Levertov plantó en su audiencia una supuesta dialéctica de opuestos para referirse al asunto de la corrección: si el poema surge de una vez y para siempre por obra y gracia de la musa, o bien es el resultado de un trabajo obsesivo del poeta, un trabajo de repetición y elecciones.
Como quiera que sea, la poesía es ese lugar donde la cosa misma adquiere una dimensión de trascendencia. Y en ese juego el escritor lucha con su propia voz, con su propia voluntad de expresión, porque escribir es primero eso: voluntad de expresión.
...Baudelaire se esfuerza y desespera para parir la más mínima palabra [...]. El arte, para él, es como un duelo en que el artista grita de terror antes de ser vencido.
La filosofía asegura que la vida de Charles Baudelaire fue una verdadera obra de arte, Walter Benjamin y la crítica literaria dejaron claro que con él la poesía inició una emancipación de cualquier función utilitaria o comunicativa, para concentrarse en su propia búsqueda de la belleza. Al igual que Mallarmé, Baudelaire sentía un gran rechazo por la masificación, por el imperio de la razón instrumental, y hasta por la democracia.
Todavía hoy, suele ser raro, hasta imposible, que exista algún tipo de fraternidad entre el poeta y la sociedad. La imagen del poeta "maldito", en riña a muerte con la sociedad se impone como un modelo de sabiduría suprema que no nos dejará jamás. Malditos o no, los buenos escritores suelen recalcar todo aquello que los distancia del mundo. Sin hacer concesiones de ningún tipo.
Así, la poesía se convierte poco a poco en una actitud frente a la existencia, tal vez porque la verdadera apuesta es escribir como se vive, tal vez porque existe la ilusión de que escribiendo desaparece el límite entre el individuo y el mundo, o al menos se vuelve más difuso; tal vez para escapar de la muerte, o de la vulgaridad inmunda de la vida cotidiana; tal vez, simplemente, por una necesidad insoportable de belleza.
El intento de morar en lo cósmico, de hacer de ese elemento patria, es desde todo punto de vista una elección y, como tal, incuestionable. Ahora bien, poder decir, poder hacer algo hermoso con la basura diaria de la vida moderna, como un cangrejo que se sostiene y se nutre con esa misma basura es, sin dudas, una de las máximas formas de arte posibles.
La rosa es sin porqué
(Jorge Luis Borges)
no te perdonarán
no te perdonarán los labios abiertos
los cuchillos de las palabras
los gritos
cuando quieran callarlas
no te perdonarán
la sencillez de raíz
la pobreza insolente
la cabeza bien alta
no te perdonarán
lo frágil que te habita
la risa franca el agua clara
la ventana abierta de tu mirada
no te perdonarán
el sexo sin tibieza
la pasión sin mordaza
la brisa libre de tus sábanas
no te perdonarán
la sed de río
la búsqueda constante
lo niña lo vulnerable de tus alas
no te perdonarán
no sabes cocinar como tu abuela
limpiar como tu madre tejer como tu tía
no sabes ser la esposa madre novia que deberías
no te perdonarán
no eres dócil
no cabes en un molde
eres inmensa
no necesitas el perdón de nadie
Sandra Flores Ruminot
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