I hear an army



Hurgando entre las cosas de Joyce encontré dos poemas. Después decidí investigar más y más y me dí cuenta de que, en cuanto a su poética, existen pocas opiniones encontradas. La crítica, lejos de ser unánime, es tan dispar que encontrar consenso literario en este autor es, como mínimo, una proeza. 

Así que otra vez recurrí al buenazo de Borges, para poder anclar en un sitio más o menos seguro. El juicio de Borges sobre Joyce es positivo, y sin fisuras. De su conferencia de 1960 en la Universidad Nacional de La Plata sobre el Ulises se desprende que para él Joyce fue un gran poeta:

Joyce empezó escribiendo poemas, estos poemas son realmente extraordinarios. Es una lástima que quien tomó significativamente el nombre de Dedalus, (Dédalo en la mitología) se dedicara a construir laberintos, a construir vastos laberintos en los que él mismo se perdió y en los que sus lectores también se pierden.
(Jorge Luis Borges)

Parece que para el maestro de Palermo, Joyce supo encontrar la mezcla alquímica correcta entre melancolía y desesperación, lo cual no es poco, si pensamos en la mala poesía que se lee hoy, y que muchas veces contiene, por supuesto en malas proporciones, estos mismos elementos. 

El poeta Juan V. Blanco escribe que tal vez el motivo de que la poesía de Joyce esté lejos de imponerse de manera inmediata en el lector sea que sus poemas suelen estar tan encarnados en la lengua y la cultura británicas, que muchas veces es difícil dar el salto desde la aprobación técnica de las traducciones, o desde el placer de la erudición de las notas, al escalofrío inmediato, primitivo, que puede provocarnos la poesía.

El sueño, ese desamparo de imágenes inconexas y simultáneas que, según algunos psicólogos, la mente racional ordena en sucesivas para prestar coherencia, gobierna gran parte de la obra de este autor. Joyce se movía en el mundo de los sueños y su escritura quiso ser un reflejo. Joyce quiso expresar; porque convengamos que soñar es facil, quizá lo realmente dificil, la verdadera empresa titánica sea descifrar el mensaje encriptado que en sus imágenes suele tejer el inconsciente. 

Así, para jorge Luis Borges, James Joyce significó la aventura misma oponiéndose al orden, un talento "verbal". Naturalismo y Simbolismo, dos escuelas opuestas, se fusionaron en él de manera singular y virtuosa. I hear an army alberga, sorprendentemente, la posibilidad de ser un poema de amor; un ejército de dioses que surge del mar, el rumor de un sueño inquieto, los últimos momentos de ese naufragio resplandeciente de símbolos y la transición hacia la vigilia de un hombre enamorado.


Escucho un ejército

        Escucho un ejército que a la carga va contra la tierra,
           y el tronar de los caballos que la embisten, con espuma en las rodillas.
        Arrogantes, en negras armaduras, detrás de ellos en pie están,
           desdeñando las riendas, blandiendo sus látigos, los aurigas.

        Claman hacia la noche su grito de guerra:
           yo gimo dormido cuando desde tan lejos escucho la risa turbulenta.
        Hienden la penumbra de los sueños, cegadora llama,
           sonando, resonando contra el corazón como contra un yunque.

        Vienen triunfantes, agitando sus largas y verdes cabelleras:
           salen del mar, corren gritando por la orilla.
        Mi corazón, ¿no eres sabio, acaso, que así desesperas?
           Amor, amor, mi amor, ¿por qué me has dejado tan solo?

James Joyce (1882 - 1941)



I hear an army

I hear an army charging upon the land,   
  And the thunder of horses plunging, foam about their knees:   
Arrogant, in black armour, behind them stand,   
  Disdaining the reins, with fluttering whips, the charioteers.   
   
They cry unto the night their battle-name:        
  I moan in sleep when I hear afar their whirling laughter.   
They cleave the gloom of dreams, a blinding flame,   
  Clanging, clanging upon the heart as upon an anvil.   
   
They come shaking in triumph their long, green hair:   
  They come out of the sea and run shouting by the shore. 
My heart, have you no wisdom thus to despair?   
  My love, my love, my love, why have you left me alone?

James Joyce (1882 - 1941)

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