Bruja



No puedo parar de percibir. Por eso es que todo el tiempo dudo de mis percepciones. Porque muchas veces eso que capto no coincide con la percepción de los demás. Me dicen que soy rara, porque siempre soy la primera en detectar un error, una falta, un olor nuevo, una zona diferente, una textura. El color disperso en el arco iris, ese que logra apartarse, se mezcla indefinible con el cielo, pero está. La primera de todos que escucha un sonido, la voz del pájaro, la madera que cruje cuando abraza el silencio de la casa muda, la primera en encontrar la falla. 

Pero se que todo eso no es porque tenga capacidades especiales, bastante lejos estoy de las virtudes; mucho menos porque tenga un instinto más agudo. No vuelo en escobas, no puedo transformarme en animales ni invocar las tormentas. No puedo resucitar a los muertos. La verdad es que son mis sentidos los que me atormentan todo el tiempo. Ni siquiera cuando duermo logran desconectarse. Así, un susurro en la ventana me despierta, la voz del viento me estremece sin razón, los labios amados, aún en sueños, se sienten realidad y eso hace lo propio en los objetos.

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