Séptimo hijo

 


Alto ahí, vampiro. Esta crítica contiene spoilers sobre Las crónicas vampíricas de Anne Rice.


[...] I´m going to miss this place. There’s not an inch of this city that wasn’t built from the fierce wilderness that surrounds it. Hurricanes, floods, fevers. The damp climate on every painted sign, every stone facade. High windows, through which enameled bits of civilization glitter. Silhouettes emerging, wandering out to catch a silent flash of lightning. The silky warmth of summer rain. Desesperate alive, desesperate fragile. [...]


Durante toda la historia, muchos lo han llamado malcriado. Lo cierto es que Lestat soltó las riendas de la moral y las buenas costumbres muy tarde en su vida humana. Actitud casi lindante con las fronteras de su vida vampírica. 

Antes de eso fue un hijo respetuoso y recoleto, pasivo. Víctima de su madre, su padre y sus hermanos. Proveedor, séptimo, anteúltimo hijo, se hizo cargo de todas las situaciones que sus hermanos supieron evadir con total destreza: un castillo destruido en L´Auvernia, sin posibilidad alguna de volver a ser un hogar; la miseria, la pobreza intelectual de la casa, la gran carga de un padre ciego y bestial, y una madre tísica a punto de morir. 

Para colmo de males, una manada de lobos que azolaba la aldea, y la presión de los vecinos para que se ocupara de ellos. Situación que le hizo ganar el favor de la Reina.

Pero todo vampiro nace de un trauma.

Vamos a ser redundantes, sí. Nadie le preguntó a Lestat si quería seguir viviendo su vida de mierda al lado de Nicholas, durmiendo en una buhardilla roñosa de Paris, actuando en las calles por unas monedas apenas para comer, o recibir el don oscuro. No importa lo que hubiera decidido, en contexto o fuera de él, lo grave fue, desde un principio, la falta de la posibilidad de elección. 

Es que su transformación en bebedor de sangre fue, ahora lo sabemos, una orden de la Reina Madre. Y todos los actores que intervinieron en esa transformación prodigiosa, y en el acercamiento posterior a la Reina, todos, desde el primero (Magnus) al último (Marius) tomaron la situación como lo que fue: un mandato ineluctable. 

Lestat fue creado para ser el Consorte Real. 

Es lógico, siendo Akasha implacable como era ¿Quién en toda la creación vampírica sería capaz de cuestionar la decisión de la única portadora de la semilla de Amel? Ninguno que quisiera vivir lo suficiente. 

Louis sí fue consultado, y tuvo la posibilidad de elegir. Aunque no entendió lo que significaba.

Pero ¿por qué los lectores de Las Crónicas, sus compañeros de aventuras por la vida eterna, y la misma Madre inmortal que lo eligió insisten siempre en llamarle malcriado?

Tal vez porque en París, ya nacido, cuando compró el Teatro Renaud, se asoció con Armand, y reclutó algunos de los vampiros del aquelarre mugriento que sobrevivieron al fuego, escribió para el grupo un puñadito de reglas que todo buen vampiro debería seguir. Las reglas las pensaron juntos y las dejaron escritas, hubo consenso. Después Lestat se fue al Nuevo Mundo, conoció a Louis, y mágicamente las olvidó: en América rompió todas las reglas que escribió, de la primera a la última. 

La serie de AMC+ fluctúa un poco en este aspecto, por momentos intenta limpiar la consciencia y la actitud hilarantes de Lestat. Basándose en la premisa de que "la memoria es un monstruo", Louis cuenta dos versiones diferentes y opuestas de algunas de estas situaciones difíciles de asimilar (como la transformación y la posterior muerte de Claudia) pero lo cierto es que en los libros las cosas no son así sino más bien lineales.

Lestat desafía a Marius y a sus reyes de piedra con insolencia, no una sino varias veces: entra al Santuario del Mar Egeo sin permiso, se alimenta de la sangre real de la Madre sin permiso, pone música, toca el violín, practica, se queda dormido. Hace todo lo que Marius le prohíbe y después desaparece; llegado a París, ataca a Armand con un poder debilucho y reciente, sin tener la menor idea a qué tipo de monstruo se enfrenta. Situaciones todas que, de más está decirlo, a los tres vampiros más antiguos y poderosos de la tierra no les mueve ni un pelo, causa un poco de enojo pero también bastante ternura. 

Lestat transforma a la niña para retener a Louis en casa, después la entrega a Armand, el más despiadado de los antiguos, para que haga con ella su voluntad. Lestat hace pública su condición sobrenatural, revela su identidad a cuanto mortal interesante se le cruce, mata sin discreción ni control, hipnotiza, roba, engaña, tiene amantes humanos, usa múltiples identidades para comprar y vender, falsifica documentos, se transforma voluntariamente en una celebridad, provoca a otros vampiros conminándolos a presentarse ante él y cazarlo. Maneja un Porsche negro. 

Mientras los vampiros del mundo se conducen con extrema cautela, escondidos y temerosos aunque feroces, Lestat nunca tiene miedo de ser Lestat. Se divierte como un suicida. Creo que es algo que AMC + desarrolló mejor que Anne Rice. Porque el mismísimo, detrás de esa sonrisa encantadora y esa belleza histriónica, carga un halo irreductible de culpa, dolor y reviente que no lo abandona jamás. 

 A este se le ven los hilos, la ira lo desborda, es impulsivo, su actitud es burlesca, similar a la del bufón medieval. Un poco insoportable, sobre todo para aquellos que vivieron con él. Para ser más clara, AMC logró borronear esa linealidad que había en la escritura, pero también en la construcción de los personajes. Llenó algunos espacios vacíos, porque lo que no se dijo también estaba. 

La serie tampoco duda en dejar clara la obsecuente personalidad de Armand. Pero la obediencia de Armand es apariencia pura, debo decir. Es estrategia. Armand no discute, pero no se deja presionar. Simplemente calcula y dice que no a todo lo que le parece inapropiado. Como hacer otros vampiros, por ejemplo. Responde a sí mismo, y sus motivos jamás son altruistas. Bueno, a veces sí. No necesita parecer feroz, porque lo es. Las muestras de su poder son escasas, hay que buscarlas, confunde. Louis se equivoca con él. Durante décadas no lo sabe leer.

Literalmente no se puede dejar al lobo cuidar de las ovejas.

Deberíamos recordar que por más viejo que sea también él nació de un trauma. Aunque su transformación fue lenta y premeditada, incluso consensuada, a pesar de las dudas de su creador, el final fue precipitado y doloroso: hubo que decidir al borde de la experiencia humana de la muerte. Todo por meterse en la cama de un lord inglés muy celoso, no asumido, con una espada tan afilada como venenosa. No es una metáfora. 

No hay metáfora posible con Armand. 

En la serie, La Talamasca intenta dejar clara su posición frente a la entrevista cuando le advierte a Daniel Molloy:

Usted le teme a Armand, debería temerle al otro...

Raglan James se refiere a Louis de Pointe du Lac. Error de criterio premeditado, con la intención de crear un efecto en la trama de la serie. Todos sabemos que el temor de Daniel es fundante y real. Del temor nace la tortuosa relación que es su karma, y es con Armand no con Louis. Marius tendrá que hacerse cargo de los restos, cuando Daniel sea simplemente descartado, cuando Armand se aburra de él y su adicción a la sangre, después de años y años de jugar al juego del gato y el ratón. 

Ahora, otra pregunta que da vueltas con insistencia durante toda la saga: ¿por qué Lestat se empeñó tanto en ocultar su poder a la familia de Nueva Orleáns?  Digamos en principio que Louis presenta una hipótesis bastante romantizada de la manipulación. Louis opina que Lestat "solo intentaba que la relación entre ambos no fuera tan desigual". Para colmo, en la serie de AMC Louis es negro, lo que duplica la apuesta. 

A las claras el motivo de Lestat es absoluta y completamente selfish. La mejor forma de retener a alguien es cortarle las alas, no darle muestras de su propio poder potencial, enseñarle solo lo suficiente para que ni siquiera se imagine alejándose. 

Y en la trama eso es exactamente lo que hace Lestat; con Louis, pero también con Claudia, esconder el poder posible, limitar la información, sembrar miedo y dudas, no permitirles crecer más allá de su propia decisión de fronteras. 

Víctima de su propia actitud, sí. Pésimo padre, también. Pero si hay algo que el poder hace es desbordarse del individuo: lo habita. Así que el circo de la igualdad les duró poco, fue tan breve como la familia que formaron. Y la configuración familiar finalmente cambió, porque los hijos crecen. 

Lestat tuvo miedo, un miedo atroz, de ser abandonado. Es razonable que ocultara su más profundo temor, lo cuestionable fueron sus métodos. En el top de la cadena alimentaria, el ser más adaptable del universo tuvo miedo de la soledad, tal vez la emoción más banal de la experiencia humana. Desesperadamente vivo, desesperadamente frágil.

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