Let your kingdom come



Atención: Contiene spoilers de Las crónicas vampíricas


Hablemos del Reino. Sobre qué significa ser vampiro. 

Alejarse de alguien es una maratón de imágenes pegoteadas e inconexas, una mezcla de ideas, recuerdos, lágrimas y mocos. Y una empresa no siempre exitosa. Sobre todo si sangra, sobre todo si su sangre inunda el piso de la sala, sobre todo si el aire se le convierte en niebla espesa, si se le pierden los ojos, o si hemos procurado con impericia aterradora cortarle la cabeza mientras ruega por su vida. 

No es para nada caprichoso que Lestat esté tan enojado con Louis. Tampoco es caprichoso que haya urdido una trama maquiavélica a espaldas de su familia para desarmarles el plan de asesinarlo. Creyó que ganaría la partida y no pudo. Nosotros también lo creímos, yo y mis otras doce personalidades creímos en él.

La verdad es que el ataque original a Lestat que ocurre en Las crónicas vampíricas no lo recuerdo, porque cuando las leí estaba comenzando la Universidad de Ciencias Químicas, así que pasaron más de treinta años, y ya no es más que una intuición. Pero el ataque en la serie de AMC+ me pareció bastante salvaje; sospecho que por varias razones, porque vivimos en un contexto social diferente, porque Claudia ya no representa a una niña simplona y callada, y porque el personaje de Louis fue pensado en actitud de subordinación hacia el hombre blanco. Más allá de las características del personaje, por supuesto.

No es para nada caprichoso que Lestat buscara, como una araña culona, el calorcito de la mano de Armand en Paris. Es válido buscar ayuda con el más inteligente, sanguinario y letal de los vampiros. Ese que la va de callado, pero que no tiene remordimientos. Ese capaz de asesinar en las catacumbas del cementerio de París a todos los vampiros roñosos de su coven solo para seguirlo. Un Lestat recuperado a medias, aunque sediento de venganza, volverá a Paris adelantándose otra vez a su disfuncional familia. 

Pero en ese nido de Paris Lestat va a jugar de local. 

Y si de espíritus chocarreros y malignos se trata, hay que decir que Santiago, desde el Teatro de los vampiros, observará cada movimiento de los forasteros con desconfianza y rigor. Santiago será incapaz de perdonar hasta la más mínima ofensa, seguro de que algunas formas de la eternidad podrían ser mucho peores que la muerte misma. 

Es que estos vampiros son extremadamente territoriales, y tienen sus reglas. Parecieran estar atrapados en una especie de orden universal de la sangre, una consciencia superior de autorregulación que les dice que no deberían llenar de vampiros el mundo. Aunque hacerlo se les antoje y se parezca un poco a la libertad, casi siempre será observado y censurado por los otros. 

Así que por enésima vez las cosas van a salirse de cálculo. Lestat, tan ciego de amor como siempre, no podrá anticipar que Armand quedará prendado de Louis de manera inapelable (al menos hasta que se odien de tanto soportarse, y se separen muchos, muchos años después). Louis no podrá anticipar la eficacia con la que Armand va a deshacerse de Claudia y de Lestat para liberarse el camino. Claudia no podrá anticipar que en su búsqueda de los otros dejará la vida, y que Louis también la traicionará. 

Ni Televisa se animó a tanto.



 

Detrás de los fantasmas de tu propia existencia

 


        Voy a crear lo que me sucedió

                                                                                                                    (Clarice Lispector)


La máscara de la aparente tranquilidad, de la placidez mundana, de la alegría pequeña y brillante de no saber cuándo esto que llamo piel va a ser desgajada, esto que llamo boca va a perder la carne que la rodea, esto que llamo ojos se va a topar con el silencio negro del cuchillo. 

Agustina Bazterrica. Cadáver exquisito.


Atención: contiene spoilers de Las crónicas vampíricas


Un libro dentro de un libro

Je suis Lestat le vampire. Je suis immortel. Ou peu s'en faut. La lumière du soleil, la chaleur soutenue d'un feu intense risqueraient peut-être de me détruire, mais rien n'est moins sûr...

Así arranca su biografía, de la que no sabemos mucho más. Y eso no es caprichoso. Porque estas son las primeras palabras de su diario personal, es decir, de un libro secreto, oculto, dejado -o tal vez perdido, no importa- pero escrito a hurtadillas, a escondidas de los ojos de su amante y de su hija, durante los años dorados de la estancia familiar en la casa de La Rue Royal, en Nueva Orleans, Luisiana. 


Como renacido en cada ciudad que lo acuna, Lestat esconderá siempre más de lo que estará dispuesto a mostrar. Es un hecho, y ocurre a pesar de su extroversión y su narcisismo desbordante.

Este diario será encontrado por Jesse Reeves siglos después en las oficinas de la Talamasca. 

Jesse Reeves, una mujer norteamericana del siglo xx, perteneciente a la organización. Descendiente viva del linaje directo de Mahareth, la madre de los condenados. Es decir, la segunda madre portadora del germen de Amel, el espíritu caprichoso y oscuro que anida en cada célula de cada vampiro creado desde que la Reina Egipcia Akasha de Kemet recibiera el Don Oscuro, lo transfiriera a Enkil, su consorte real, después a su visir Khayman y de allí a los otros. 

Louis de Pointe du Lac también escribirá un libro ficticio. Lo llamará Confesiones de un vampiro. 

Pero volvamos al Príncipe Lestat, porque si hay algo que nos dejará claro con su muerte es que si uno se va, se lleva una parte de todos. Lestat se llevará consigo la tranquilidad, la estabilidad emocional y la buena fortuna de su familia vampírica, es decir, de sus asesinos. Como si al diablo se lo pudiera engañar tan fácilmente.

[Hablo aquí del intento de asesinato del que fue víctima Lestat, no de su muerte humana, que no le interesó ni siquiera a su creador Magnus. Mucho menos a su familia mortal]

El más afectado de los dos conspiradores será Louis, el incapaz. Incapaz de enfrentarse a su familia, incapaz de aceptar la muerte de Paul, incapaz de hacerse cargo de la conspiración con Claudia, la hija de ambos, para matar a Lestat, incapaz hasta entonces de aceptar lo que sentía por él, incapaz de recibir el Don Oscuro con entereza, incapaz de someterse a su naturaleza vampírica, y -según la serie de AMC+- incapaz también de admitir su homosexualidad y la subordinación voluntaria al hombre blanco. Incapaz de morir. 

Por eso la Entrevista va a alcanzar tanta relevancia a lo largo de la historia, como una forma de narrar los hechos de su vida, pero también de narrarse a sí mismo. Aunque Molloy no entienda el lenguaje de la noche, aunque se le escape finalmente el mensaje, aunque discuta todas y cada una de las convicciones de Louis. 

Es que para Anne Rice la ecuación será relativamente sencilla: como fue antes, será después: un continuum; cada vampiro perseguirá durante siglos los fantasmas de su existencia anterior. Fantasmas que insisten. A pesar de que la memoria humana se aleje, a pesar de que falle repetidas veces, el inconsciente aparecerá quedándose aferrado a la vida de ultratumba, pero repitiendo los traumas de la vida humana. 

Los vampiros suelen tener grandes fortunas, es cierto. Y aquí sería oportuno recordar que es porque son, básicamente, ladrones. No sólo tomarán la sangre de sus víctimas, pudiendo optar por "el pequeño trago" o por el asesinato, sino que además utilizarán sus poderes mentales completamente en su favor, acopiarán dinero, propiedades y joyas de los desafortunados por los siglos de los siglos.

Aún así, la criatura vampírica será un misterio en sí mismo, la agudeza en los sentidos, la inteligencia, la fuerza física y la tenacidad no podrán definirlos. Habrá entre ellos especímenes profundamente oscuros, errantes, de vidas cortas y malas; otros saldrán a la experiencia post mortem a tropezones, lograrán sortear con mayor o menor éxito los obstáculos que les propondrá la eternidad, aprenderán. 

Por ejemplo, Armand será un vampiro que repite los traumas, dueño de un desapego crónico y maligno. Lestat también será del tipo repetidor, aunque más querendón. Marius será simplemente un gran aprendiz, aunque su largo camino se encuentre repleto de piedras. Cargará prácticamente con todo el peso de la especie, simplemente porque alguien tiene que hacerlo. Louis se va a manifestar melancólico y resistente a los cambios. 

La belleza y el padecer son dos cosas que no deberían reunirse en la misma criatura. 

Las mujeres se presentarán una pizca más sabias que los chicos. Mahareth, Mekaré, Pandora, Gabrielle, Bianca Solderini, Merrik Mayfair, e incluso Akasha en su delirio latente de venganza, serán seres menos dispersos, más pragmáticos, y bastante más cautos.

Y así, lentamente pero sin demoras, la eternidad alcanzará a estas existencias singulares, la cola del diablo entre los dientes, esquivando las mordeduras de unos, el fuego de los otros, la superstición humana, la venganza de los propios. Según Mahareth los vampiros son diminutas luces suspendidas en el cielo, vibrando en una red de vigilancia silenciosa, de conexión infinita.

Tal vez por eso, tarde o temprano, responder al llamado del fuego será algo muy propio de estas criaturas. Pájaros salvajes que a veces chillan todos juntos. Asustados, tanto como peligrosos, algunos simplemente no podrán resistirse al fuego. Otros se dejarán llevar por el vaivén de las llamas, permitiendo que este, pero algunas veces el sol, los abrase. Para algunos, también será válida la opción de enterrarse y dormir, como si ensayaran morirse.

No es lo mismo arrojarse a la muerte, encararla de frente, que dejarse llevar por ella. Es obvio. Pero ambas situaciones constituirán para ellos formas de alivio a la existencia, aunque no siempre saldrá del todo bien el cálculo.  

Sin alimentarse, el músculo muerto, sintiendo la espantosa sed y la renegrida piel pegada a los huesos, los más antiguos no morirán, lograrán resistir durante meses hasta sanar. Los más afortunados resistirán la quemazón alimentándose con asistencia de los otros. Lo cierto es que para estos vejetes el sol será mucho menos efectivo que el fuego.


 

Como demonios que puso Dios en la tierra

 

Lestat, The Harlequin on Renaud´s teatre.


Recordar podría equivaler a unir, a perdonar.
María Negroni.

Alto ahí, vampiro! 

Si vas a leer esta crítica, cuidado: contiene spoilers. Contiene la voz gastada, la risa atrevida, los ojos magnéticos del vampiro Lestat, contiene información y datos, no solo de la película de Neil Jordan de 1994, tampoco únicamente de la nueva serie de AMC +, sino de todos los sinos entrelazados de cuanto hijo de la noche se ha cruzado por su vida y por Las Crónicas vampíricas de Anne Rice, e incluso de alguna que otra Bruja de Mayfair.

Advertencia de spoilers cumplida, vale aclarar que esta historia es una historia de nicho y los que la frecuentamos lo sabemos muy bien. Pero es un hecho que lo jugoso, más allá de la larga narración de vampiros que todos los lectores de Anne Rice conocemos, es establecer comparaciones, aunque no a todo el mundo le interese el tema.

Lo primero que diré es que me gustó la idea de mover la historia en el tiempo, porque somos espectadores de una época, porque los hechos se narran, y porque la manera de narrar y de narrarse a uno mismo también cambian. El cambio refresca, mueve el contexto histórico y el paisaje tan presentes en los libros, y otorga nuevos matices a los personajes y a las relaciones entre ellos. 

No es en vano y no es caprichoso que AMC+ nos proponga una nueva cita, una nueva entrevista entre Daniel Molloy y Louis de Pointe Du Lac en un escenario pospandemia de 2022, en el Top Roof del Al Shafar Tower de Dubai y con Armand vigilando muy cerca 24/7. 

Digamos todo: para que esta segunda entrevista sea posible Daniel Molloy deberá ser humano, habrá envejecido y enfermado de forma irreversible, la muerte será para él una certeza, no habrá sido un adicto parasitado por Armand durante 10 años, tampoco convertido en vampiro; no será rescatado por Marius, no terminará mudo, famélico y encerrado, pintando paisajes en miniatura durante las noches. 

Así que a los efectos de la trama de alguna forma los hechos se torcieron. Y para el carajo. 

Pero volvamos al tiempo. Así como el director argentino Andrés Muschietti decidió en su momento mover la historia de It unos años más adelante, AMC + hizo lo mismo en su adaptación. Pero mover la historia implica responsabilidades y licencias que no están en los libros, y eso a los fans la mayoría de las veces los exaspera. 

Es que justamente por eso es una adaptación, chicos.

Tanto en el libro como en la película, la historia se inicia en Nueva Orleans, Luisiana. La narración de Louis comienza en el año 1791. La película de 1994 intentó darle un barniz heterosexual que Louis tal vez no tenía. Lloraba por la muerte de su hermano Paul, pero su esposa y su hija "fallecidas durante el parto" nunca existieron para Anne Rice.

Por aquel entonces, las arquitecturas de la zona eran levantadas por la inmigración francesa. Usando estilos y conceptos de construcción que habían aprendido en el Caribe, los franceses crearon muchas de las grandes casas de las plantaciones cerca de Nueva Orleáns, incluso sus muebles eran traídos desde Paris. 

De hecho, Louis de Pointe du Lac era ciudadano francés. Un colono, plantador de índigo. La arquitectura criolla francesa comenzó en Nueva Orleans alrededor de 1699, y se prolongó hasta bien entrada la década de 1800, así que Point du Lac cumplía con esas características arquitectónicas.

El primer problema para resolver fue justamente ese, porque el corrimiento en el tiempo generó un cambio radical en el personaje de Louis de Pointe du Lac. Aunque en pleno apogeo de las Leyes Jim Crow sus problemas van a ser otros, créanme.

La historia de AMC + será contada por Louis, sí, pero a partir del año 1910. Es decir, después de la Guerra de Secesión, con lo cual, en la adaptación este personaje dejará de ser un colono blanco, europeo, rico, proveniente de una familia aristocrática francesa, para ser un criollo mestizo, bisnieto del dueño de la plantación y albacea del fideicomiso familiar. Además, ya no se plantará índigo en esa zona, sino algodón. 

Aunque aún perteneciente a una familia conservadora, Louis será el dueño de varios burdeles en Storyville, el barrio Rojo de Nueva Orleáns, veinte cuadras de juego clandestino, prostitución y alcohol. Aún así, su madre y su hermana albergarán la ilusión de que pueda casarse y tener hijos. En ese contexto, la sensación de angustia, de irrealidad, de distancia, culpa y temor con respecto a su creador lo invadirán todo.

Sin embargo, me temo que Lestat seguirá siendo Lestat. Tiernos humanos aún, su primer novio, Nicki de L´enfent, le enseñará a tocar el violín, escaparán juntos a Paris; después él cultivará su propio don artístico: va a cantar, va a estar en la piel de Lelio en La comedia del arteva a actuar en el Teatro Renaud, pero ni un ápice más fácil habrá sido su vida. Séptimo hijo de un Marqués d'Auvergne, crecido en una familia venida a menos, decadente, empobrecida y oscura.

Será el último vástago. Negado, ninguneado, privado de educación formal básica, todo lo habrá construido  por sí mismo. Si hasta su nombre será una casualidad: su familia dará tan poca importancia al suceso de su nacimiento que, sin saber qué nombre darle, usarán las primeras letras de los nombres de sus otros seis hermanos. 

Lestat va a prodigar odio y amor al mismo tiempo y en todas direcciones. Será un desorden de sentimientos atroces y nobles. Como si tuviera un switch oculto bajo su piel de mármol, un engranaje se activará y desactivará sin lógica. Pasará del narcisismo más irreverente a la bondad más extrema, de la crueldad a la generosidad. Así de adorable, hinchado de amor, intolerable. Más, y más, y más. 

Todo se volverá extremo en esta serie: el amor, la angustia, la violencia, la ira, los celos en la relación, la obsesión por la búsqueda de los otros, las diferencias raciales y de clase, la soledad, la ocultación, el abandono, la traición y la muerte.

Podemos ver que tampoco aquí será posible reivindicar la paternidad de Lestat. En palabras precisas de Armand:

               tres hijos tuvo Lestat, tres intentos fallidos.

Es que el pobre de Nicholas sufrirá el mismo destino que en los libros: una vez en París será utilizado como señuelo. Será secuestrado por Armand y su secta de vampiros sucios y andrajosos y llevado a las catacumbas de Les innocens con el único objetivo de atraer a Lestat. Finalmente Nikki recibirá el don oscuro de Lestat, pero lo transformará en un ser obsesivo y tóxico, a tal punto que Armand deberá encerrarlo nuevamente, romperá su violín y le cortará las manos para calmarlo. 

Pésima idea, Armand. 




En cuanto al personaje de Claudia habrá también algunas modificaciones interesantes. Esta vez será creada en plena adolescencia, será la pesadilla de su padre Lestat, que no solo no conseguirá dar sentido a esa paternidad forzada, sino que la verá conspirar una y otra vez con Louis, y deberá enfrentarse a la incapacidad de leer sus pensamientos por ser el creador. 

Ironías del Don Oscuro aparte, la verdad es que fue un acierto modificar la edad de transformación de Claudia, porque permitió que la relación con sus padres no fuese tan desigual (aunque siga siendo traumática) y permitió también la maduración emocional más allá del cuerpo, una exogamia constante, una exploración fuera de la casa paterna que una niña de 8 o 9 años no hubiera podido lograr por medios propios. 

Las modificaciones del Vampiro Armand son sustanciales también, y no siempre acertadas. Si recordamos, el personaje definitivo de Anne Rice es un adolescente de 18 años secuestrado durante su niñez por el ejército del Gengis Kan en las estepas de su Bielorrusia natal, cuando todavía llevaba el nombre que le había puesto su padre: Andreii. Será vendido como esclavo a un burdel de Estambul, y después rescatado a los 15 años por un vampiro veneciano [Si recuerdan: Marius de Romanus, hijo del milenio, a cargo de Those who must be kept. Nacido en Roma como hijo ilegítimo de una esclava y un senador romano. Políglota, traductor, adorador del Renacimiento italiano]. 

Esta nueva criatura de AMC+, es decir, Armand el vampiro, será un poco mayor, de tez aceitunada, más bien alto, y proveniente de Bangladesh, ex India inglesa, mientras el original había nacido a orillas del Rio Dniéper, profesaba la religión ortodoxa rusa y era pintor de íconos religiosos desde la más tierna infancia. También tendrá un perfil más sereno, más dócil y mucho menos feroz que el original. Aún así hay que darle tiempo. 

Yo no confiaría en la docilidad de Armand.

De Marius no sabemos casi nada todavía, tampoco de Pandora, ni de David Talbot. No se hace mención de Mahareth, Mekaré o Gabrielle de Lioncourt, las Madres de todos los vampiros, portadoras actuales del germen, y la madre de Lestat, respectivamente.

Podemos pensar que hasta aquí toda la serie parecería estar centrada en Lestat de Lioncourt, pero cuidado: eso no le hace ni un poquito de justicia a Las Crónicas Vampíricas, ya que a lo largo de los años los libros lograrán equilibrar a Lestat con el resto de los personajes narrados. 

Es decir, todos los lectores consecuentes recordamos por ejemplo a Magnus, el creador de Lestat, como el único vampiro de la saga que no fue transformado por mordedura. Recordamos su aspecto, su breve historia, recordamos la agilidad de su muerte. 

Magnus, el de los dos dientes (solo los colmillos), al que le apesta a basura la boca, el Mago Nero, el secuestrador de la buhardilla de París, con la tristeza a cuestas y el pelo radiante, larguísimo. Sabemos que Magnus tomó el Don Oscuro por asalto, que Magnus no fue elegido. 

Magnus fue un nigromante nacido en la Edad Media que, mediante su poderosa magia, logró encontrar a un vampiro yacente (léase: enterrado en la tierra por motu proprio, dormido y débil pero vivo), lo localizó, lo desenterró, bebió su sangre y se transformó en vampiro valiéndose de un grimorio. 

Si bien este personaje nos conduce directamente a la historia de Lestat, no sabemos mucho más de él. Solo aparecerá unos años más tarde, convocado por el pensamiento de la Madre Akasha para buscar a Lestat (aún humano) y convertirlo en vampiro para que sea el consorte real. Habrá emigrado del nido de París, el que yacía debajo de Les innocens.

Para su tarea recibirá algunas instrucciones confusas e imprecisas de la Reina inmóvil, así que irá secuestrando rubios fascinantes, de mirada salvaje y capa roja, acumulándolos muertos ya podridos en las mazmorras de su castillo, hasta dar con el mero mero. 

Sabemos que inmediatamente después de convertirlo, mientras Lestat sufría aún los estertores de la muerte humana y lamía su propia sangre del suelo adoquinado, Magnus armó una fogata y se  arrojó en ella. Ese fue su final, porque el espíritu de Amel, es decir, la semilla original que habita en todos los vampiros por contagio, es incapaz de anidar en las cenizas, ya que necesita cuerpo, o sea,  matriz celular. Deberemos recordar que Amel es una una especie de Daimon al servicio de las hermanas del Monte Carmel.

Lo que Lasher para Mayfair witches, Amel para Mahareth y Mekaré. Pero esto requiere un capítulo aparte.

Con eso quiero decir que una historia colateral insinuada termina siendo un libro entero sobre un personaje secundario que finalmente pasó a ser importante. Y al final de cuentas todo es importante, porque cada personaje es singular y es único. 

Con un entramado musical delicioso, solo comparable al de Elliot Goldenthal de 1994; con un vestuario impecable; con actores formados en la London Academy of Music and Dramatic Art (Sam Reid, 1989), en el Manchester School of Theatre (Assad Zaman, 1990) que cantan, bailan y hablan varios idiomas, porque podrá verse cómo usan alternativamente el francés, el inglés, el bengalí, y el idioma coloquial sureño de Nueva Orleáns, creo que la propuesta de la serie está a la altura y es ambiciosa. 

Aunque nos quede mucha tela que cortar.