Informe sobre Moscú



Reunión en Moscú con el equipo de filmación y conferencia de prensa.
Exigen que responda con inteligencia. Me elogian. Me hieren. Son intelectuales. Unos me admiran con sospechosa exageración. Otros encuentran influencias en mi libro.
Influencias de autores que jamás he leído. No puedo confesarlo. Se trata de autores muy importantes. Un francés se ofrece para hacerme un pico de opio. Le digo que prefiero hacérmelo yo mismo. Veo algunas sonrisas. Insisto en que prefiero hacerlo solo. Mi intérprete y el francés se van a otro cuarto y regresan con una caja metálica y una jeringa de vidrio con una aguja de quince centímetros de largo. Entiendo las sonrisas. En Moscú no existen las jeringuillas descartables. Obviamente no puedo aplicármela. El francés me ensarta una vena con bastante delicadeza. Siguen con las preguntas cultas. Mi intérprete los traiciona y también traiciona mis respuestas. Lo intuyo. El opio inyectado no parece haberme provocado ninguna alteración. Se sorprenden. Me ofrecen otro. Acepto. En cuanto sacan la aguja de mi vena empiezo a sonreír. Ahora sí. Sólo el francés y el director del film se hacen un pico. El resto y las mujeres se limitan a fumar algo parecido a la marihuana. Me aflojo placenteramente. Dejo de trabajar de escritor inteligente. Me siento cómodo por primera vez desde que bajé del avión. Les digo que tengo sueño. Entienden. Me llevan a una habitación desde dónde sigo escuchando sus voces. Y parece música ese idioma tan nuevo para mí: pashalta-pashalta-jarashó-óchin-jarrazo. No duermo pero mi cuerpo parece haber olvidado su esqueleto. Me siento como un estudiante que abandonó el aula en que estaba rindiendo un examen. 
Me fabrico un diccionario fonético con cada palabra que aprendo. Reunión con latinoamericanos residentes en Moscú. Los argentinos somos soberbios, según un colombiano. Había un mexicano, dos colombianos y un ecuatoriano, entre otros. Tienen una cultura latinoamericana sorprendente. Conocen los escritores y los modismos de cada país. Recordé a unos peruanos y un chileno que conocí en un tren rumbo a Venecia. Y finalmente dije: los argentinos conocemos latinoamericanos cuando viajamos a Europa. El colombiano se burló de mí. Contó una serie de chistes sobre los argentinos ¿Qué hacen dos argentinos sobre la torre Eiffel? dijo. Miran cómo se ve París sin ellos. La reunión no fue muy feliz. Los defraudé o les fui útil para continuar la idea que tienen de nosotros. En la despedida, el colombiano me invitó al estreno de una obra dirigida por él, la versión teatral de Rayuela, una novela de autor argentino. Nos admiran.
El opio no me deja dormir, me tiro en la cama, pero los ojos hacen zapping con imágenes del pasado y del futuro. Temo enfermarme pero no puedo dormir. Pienso en vos, en por qué no estás conmigo. Estoy confundido. Trabajo con el director y el intérprete en la adaptación del libro. Pero creo que vine solamente a tratar de entender mi amor por vos. Veo los cuervos, comen no sé qué en la nieve. Moscú en invierno es la tristeza. La tentación de ser triste. Todo Moscú con sus cuervos y su nieve, con sus ramas dolorosas me recita en los oídos: suicidate

José Sbarra. La situación en Rusia de Informe sobre Moscú. Editorial Michaux

No hay comentarios.:

Publicar un comentario