A Bagu
El exilio del cuerpo,
la sinrazón de
los celos.
Un deseo de
muerte
que espolea
los sentidos.
Y en la radio
un anuncio de
lluvias torrenciales,
sospechas de
un diluvio.
Sigue en pie la esperanza vana
de lavar con agua de lluvia los recuerdos.
Como si una
catástrofe natural
pudiera deshacerlo
todo.
Quizá porque
honramos a los muertos,
quizá porque, en la
misma medida,
tememos a los que se han ido.
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