Lo único y lo que sobra

                             



El hombre cree estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido.  
La pura inmanencia del positivismo, su último producto, no es más que un tabú,
 en cierto modo universal. Nada, absolutamente nada, debe existir fuera, 
pues la sola idea del exterior es la primera fuente de miedo.

 La dialéctica de la ilustración (Fragmento) Theodor Adorno - Max Horkheimer.

 

Lo extraño nos acecha. Esa animalidad latente y sublime, esa sustancia precoz sobre la que no podemos mandar, está en nosotros. Es una constante antropológica, como la libertad.

Somos monstruos, criaturas absurdas, seres distópicos. En palabras de Nietzsche: cada tanto nos crece un ala o una pierna. Especímenes torpes, territoriales y crueles que destilan una tristeza pegajosa, una alegría parcial; para quienes la luz es, en general, más bien escasa, por tanto, valiosa y apreciada.

Y el trabajo de un poeta debería ser siempre remar contra la corriente, tender hacia la claridad, aun contra sí mismo, aun cuando se manifieste vacilante y tímida; hacerlo, a pesar de la fragmentación caótica de este mundo comido ya hace tiempo por el garrote y el dinero.

Así, un breve instante de consciencia se traducirá en angustia, en una ignota soledad que se cierra en todas direcciones porque es también intemperie y desamparo. El resto del tiempo podremos cantar la canción mentirosa, esa que tiende a hacer la vida peligrosamente tolerable.
 

Toma de consciencia

Ahora veo lo que ha pasado.  La poesía me ha convertido
en un monstruo. Asusto durante el sueño, asusto a los tranquilos.
                                                              Me despierto
en medio de la noche. Porque soy dulce, porque los que duermen
se asustan de la aparición de mi otro yo. Del nombre que deletreo
 
de memoria. Y cada vez siento de modo más sonoro y pronunciado:
esta es mi otra vida, he cruzado el límite
de mí mismo. Cada vez lo siento con más fuerza: esta es mi
otra muerte. Me tocan yemas, me acarician
 
por el rostro, las pestañas de la lengua me aprietan, las tenazas
de la historia, este incandescente hierro de herreros.
Y toda voz me despierta, cada día recorro
el mismo camino, en el que las herraduras de la lengua dejan su
                                                         huella.
 
La poesía me hizo sendero. Me persigo
en el sueño, camino tras mi sombra. Mi vida
se solapa con la vida de las mañanas que espero.
Vivir poéticamente resume todos los estados de ánimo.
 
Las palabras son suplicio y donación. Victoria y derrota.
Lo único y lo que sobra.
 
Primož Čučnik de Ventanas Nuevas.

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