Lo imposible



La carne está inundada de vida, el dolor abre la boca y se come la cola. La que sos y la otra se miran, cara a cara. Fuiste vos la que gateó cuesta arriba la escalera del patio. Escalón por escalón, con las manos y los pies, cuando todavía no sabías hablar. Eso hiciste. Es que nunca te detienen las palabras, mucho menos el silencio. Es un buen principio el principio suicida, a criterio propio. Un recuerdo muy lejano de la infancia que define la acción. Recordás la cima, la distancia enorme. Y los gritos. Sin embargo, también vos a veces te contaminás. Y, como los privados de la libertad de la palabra, dejás de hablar. Pero dejar de amar no se puede, eso no. No hay recetas. El hombre que encontró la fórmula se tragó el papelito donde lo había apuntado. Después se murió de indigestión en un asilo. Si el amor es peligroso, no importa. Dejar de amar es, desde entonces, lo que no se puede hacer. 

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