Hacia dónde vamos


Hay formas de amor que no están basadas en la evaluación de las cualidades del ser amado. Tampoco en su modificación. En ellas se admira y se acepta al otro en toda su extensión de ser humano, aún en la imperfección. Esas formas de amor no se ven limitadas por la reciprocidad ni se vuelcan hacia el resentimiento en caso de rechazo. Sin estar por eso exentas de dolor, esas formas de amor son la forma más pura de dar. Ese, y no otro es el amor libre: libre de la ley de reciprocidad, libre del apetito propio, libre del control mental y físico sobre el otro, libre del condicionamiento social. Ese amor es un amor con luz natural, que considera que la alegría y la seguridad del ser amado son tan significativas como las propias, e incluso más, aunque esa felicidad nos excluya. Por ende, no necesita poseer, aferrarse físicamente o dominar. Es libre. Aprende y evoluciona de las formas más primitivas y aberrantes del amor inculcado como "correcto". Signados como estamos por el amor pre-diseñado por los dueños de la moral, para la mayoría, estas formas de amor resultarán sino imposibles, inaceptables.

Pero hay que decirlo: ese Amor existe, aunque no abunde.



Karina Rodríguez (Black Rose)



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